Para dormir, propongo un sueño

Para soñar, propongo la vida: pasen y lean este piano de cola, estos dados al aire, este viaje de locos entre curvas con cuerpo. Tras la ventana, la lluvia, a cántaros se lava el mundo, qué rico, qué bueno, qué bien; y en mis alas, a raudales, tú, ven, te espero. Vamos a soñar que amarramos las armas y que faltan palabras para describir la paz, vamos a soñar que no existen respuestas, bienvenidas las dudas, bienvida la vida exquisita y enorme que nos deja soñar.

Para vivir:  bastará con un buen riesgo,  un buen vino, un tequiero bien dicho, un Quijote girando en un viejo molino; son gigantes del mundo quienes viven sin hilos. Para vivir, libertad; es preciso olvidar que la Coca-Cola sea definitivamente la chispa de la felicidad, que la botella medio llena es virtud de alegría, y que sólo unos pocos pueden volar. Lancémonos como monedas al viento, alea iacta est, y con la cruz en la espalda, plantemos cara a la vida, hagamos de nuestro cuerpo un jardín,  un jugadero infinito, anatomía de la risa.

Esta entrada fue publicada en octubre 26, 2015. 1 comentario

Vivir

De tu gesto enfadado

De tus ojos curiosos

De tus labios callados

De tu lunes sentado

De como abres la puerta y te siento y asientas

Del diluvio que dejas

Del beso que me cruzas

Del abrazo que envuelves

De cuando vuelves

De tu risa encubierta

De tus manos de seda, que me enredan, me gastan, me sueltan

De tu todo y tu nada

Y de ti

Y contra ti:

Certifico que vivo.

Y tú ¿de qué te ríes?

Dijo Milán Kundera: «reír es vivir profundamente», no puedo estar más de acuerdo con algo tan divino y tan humano. La risa es el orgasmo de la alegría, es ese momento en el que el cuerpo baila con intensidad con todos los estados de ánimo y se vuelve un cuadro impresionista y reboza luz, y se vuelve carne y acaba en beso, se convierte en música y acaba obra maestra en ‘ja mayor’..entonces, pasa que la risa se ríe de sí y acaba en risa, que es vivir. Y así, es ella la dieta más sana y equilibrada, el ejercicio perfecto, la terapia más adecuada; dicen algunos que es merienda indispensable de los mejores locos de todos los tiempos, con un poco de rubor y un poco de miedo, se la comen de un tirón sin que el rubor, ni el miedo, ni la propia risa, les supedite a sendos caprichos. Y en efecto, así definía la vida un buen amigo, arriesgarse a todas las emociones posibles sin que ninguna te someta a su condición, tomándote cada una de ellas con la más estricta seriedad pero guardando siempre, para todas y hasta para uno mismo, un poco de risa que verter.

Depende de como se mire

Resulta que si no tienes falta de vista no eres moderno, un hipster que lo llaman ahora los entendidos en gafas de pasta y dispositivos electrónicos de última generación. Menuda tontería, yo nunca he tenido falta de vista, y digo nunca porque no sé si lo saben, pero ahora uno puede haber tenido miopía y quitársela del medio como quien se quita un grano con una cremita de esas SOS, de marca blanca. El caso es que tampoco he sido nunca una modernilla al uso, pero me fastidia estar excluída desde el principio a esta nueva clase social por mi buena vista. Sí, clase social, igual que la clase social de estar emparejado o la de ser un single -que no es lo mismo que solterón, ya que ser solterón rebaja mucho el estatus-, o vivir en un estudio cutre de treinta metros cuadrados o un loft, cutre y de treinta metros cuadrados también, pero con las paredes mejor pintadas probablemente que el primero. Pero vayamos al grano, mejor dicho, a la falta de visión, porque digo yo que muy avanzado no será el hecho de excluir de lo moderno a los que por naturaleza no vemos borroso ni de lejos ni de cerca. En fin, al final si va a ser cierto eso de que todo depende del cristal con que se mire y, más aun, de la moldura que rodea a ese cristal.942160_10201018857691046_1728333887_n

Tantas cosas y al final…

Vamos a caminar en el espacio en el que estamos, algunos, además, tendrán la suerte de poder volar a otros espacios, de saltar a otros espacios, de nadar donde la tierra es de nadie y revolcarse en alfombras movedizas. A medida que vayamos avanzando, nuestra actitud también cambiará: mudará su piel al mismo ritmo en que el aire mudará las huellas que vamos pintando; y sucederá que las acciones del otro y de los otros van a provocar en nosotros reacciones que antes jamás imaginamos nos tocaría sentir; ocurrirá también que nuestras propias acciones imprimirán en nuestra mente y en nuestro cuerpo nuevas aptitudes, destrezas y destrozos. Al corazón, de momento, lo dejaré dormir. Nos cambiarán las manos o nos separaremos de ellas de forma voluntaria, quién sabe, el caso es que seremos títeres de un universo con afán homogeneizador y, al mismo tiempo,  mujeres y hombres distintos entre sí en continente y contenido. La Tierra será nuestro hogar y el agua nuestra manera de probar que hay vida. Demostraremos que giramos alrededor del Sol, pero haremos la vista gorda cuando digan o, es más, digamos que es el Sol es quien se pone a nuestros pies y quien se levanta a la costa del planeta cada día. Cada día será cada día y rutina a la vez. Seguiremos teniendo en consideración la palabra utopía (¿pero existe la utopía?). Cuando a  las mujeres nos crezcan los senos y a los hombres los pelos de la barba, dejaremos de jugar y de creer, el miedo y la culpa nos va a paralizar ese don que tiene la infancia; por su parte, la búsqueda eterna del amor propio equilibrado y el amor desorbitado a un prójimo, nos alejará del concepto de amar a grandes rasgos, de amarlo todo en intención y extensión. Despierta, Corazón, te toco!. Cruzaremos la calle sin mirar, la gula hará que comamos en exceso y la pereza  y la avaricia que nos comamos defectivamente, iremos más rápido de lo aconsejable, beberemos más alcohol del que nuestro hígado aguanta, dejaremos escapar amores y nos romperemos el corazón según nos convenga y según los que vengan, tendremos gripe alguna vez antes de la muerte y puede incluso que un dolor de muelas casi insufrible una vez cada cierto tiempo (…). Pero al final, al final de todo, o de algún día maltrecho, al final de una tarde maravillosa o de una noche a plena luna, nos daremos cuenta de que daba igual el camino, daba igual quién o qué nos motivase a cambiar o quién o qué cosa nos obligó por el contrario a hacerlo. No importa que nuestra vida corra peligro o corra fortuna, es la vida de nuestros amores la que nos duele, nos vive y nos mata, son las flores de su camino las que queremos oler y las piedras que se encuentren las que queremos apartar. Y entonces pasará que el miedo nos paralizará la vida porque querremos hacer a nuestros seres más queridos los más eternos y los más inmunes; no va a importar absolutamente nada lo que pase con lo que somos, porque lo que somos depende de forma indiscutible de los que han caminado a nuestro lado cuando ni siquiera sabíamos dar tres pasos seguidos y de los que se han sumado para cambiar la curvatura de nuestros labios, allanar el camino y ser parte del nos que nos hace dichosos. Somos mortales  ¿pero acaso hay algo más imperecedero que nuestra capacidad de amar?: somos eternos.

La mierda sigue sin oler a «Chanel Nº4»

Hablemos hoy de superstición, de mala suerte, de desventura, de ese queseyó  del que padecen unos cuantos, de eso que les lleva a pensar que el mundo conspira contra ellos de tal manera que nunca llegará el día en que digan ‘hoy, la vida es bella’.
Ocurre así que sus días transcurren como si estuviesen muertos, como si fuesen zombis y necesitasen planear actos suicidas con la cara amable de la vida por el miedo que les produce el presente y lo que viene después y lo que está más allá, que es morir; qué paradoja: se matan de forma inconsecuente por si se mueren antes de lo que les gustaría. Que contradictorios y bipolares somos en ocasiones.
Es fortuna, a mi parecer, contener también esta contradicción, pues es en ella donde podemos encontrar la base de nuestro equilibrio- así, y de la misma forma que encontramos entre el blanco y el negro, el gris, hallaremos un proceso conveniente de felicidad entre el drama y la serenidad. Sin embargo, en esto, hay que saber dar la misma libertad o privar de la misma libertad tanto a la pena como a la gloria, y confiar o despreciar a un martes13 o a un jueves22 del mismo modo.
Por otra parte, también convendría escucharnos de vez en cuando el corazón, pedirle a nuestro médico de familia, a uno de urgencias o a uno cualquiera un fonendoscopio y prestar atención para saber que estamos vivos y poder aprovecharlo: la mala suerte no es rentable, nos vamos a morir igual, pero quedan latidos. Es mejor renacer, cualquier día es bueno para renacer, ¿qué tal cuando un gato negro se cruce en el camino?…¿qué tal ahora mismo? deja de leer, esto solo son palabras, solo son musas…
Claro que yo también tengo pánico a un millón de cosas: al frío, a que me juzguen, a mí misma, a dejar de volar, a dejar de sentir… a olvidar. Pero como muchos han dicho ya, la vida es actitud y en lo que lanzas la sal hacia atrás, te comes los ajos, (o era que se colgaban¿?), te anudas un lazo rojo para el mal de ojo, te saltas al gato, cruzas la calle para evadir la escalera, dices el refrán, cruzas los dedos, lanzas la moneda y anudas la cortina….–>meeeeccc!!!!!!! Time out – ¿No crees que es mejor reinventar la vida?
Sí, ya sé, sé que siempre me declaro soleada, a veces, parcialmente soleada, sé que parece fácil: no lo es, no tiene que serlo, la contradicción es pura relatividad y se sostiene en el estructuralismo. La mínima expresión encierra el máximo contenido posible, así somos los humanos.
…muchos me dirán ahora que cómo explico mi enunciado. No hay nada que explicar, por fortuna, la mierda, sigue sin oler a «Chanel Nº4». 

Introspección

Escuchen….

No, no, así no; vuelvan a intentarlo, cierren los ojos, concéntrese en el horizonte y presten atención.

Es el silencio.. ah sí! También se escuchan las caras de la gente, la belleza y la sabiduría de sus caras, las pisadas de esas huellas convertidas en arrugas, en senectud, en canas… escuchen bien todas esas derrotas, las alegrías, las miserias y las glorias. Son nuestros ancianos, los supervivientes de la historia, los héroes muchas veces reconducidos a un ocaso repelente, sin consciencia. Y somos nosotros, descifrando aquellas huellas y las nuestras… encontrando el punto en el que una arruga se encuentra con la otra, encontrando ese instante que modifica, disuelve y resucita nuestros cambios de estación. Escuchen como crecemos, es la soberanía de la sobrevivencia… el cuerpo nos recuerda nuestros pasos, los esconde en ciertos pliegues a veces incomprensibles, los cobija bajo un manto blanco en la cima.

Tal vez suene absurdo eso que se oye después, son ligeros movimientos que retroceden e inmediatamente vuelven a avanzar, como en un museo, sí, como en un museo… Es la perspectiva que tomamos de nosotros mismos. Introspección de futuro, ¿alucinante, verdad?

Ya pueden abrir los ojos.. y ahora, digan ¿fue tan malo? ¿deberíamos verdaderamente ocultar nuestra travesía por la vida con tintes, maquillajes y quemagrasas? ¿no sería mejor descifrar lo que hay tras todos esos recovecos y surcos que vamos construyendo en nuestra piel en vez de darles sepultura?

Permitirnos crecer sin complejos es lo más amable que podemos hacer con nosotros mismos, sin amargarnos la vida por tres kilos arriba o abajo, sin amargarnos la muerte porque la tarta le queda cada año más pequeña a las velas. Un amigo me lo dijo una vez, no se trata de pedir deseos, se trata de pedir más velas; propongo darle un mordisco a nuestros prejuicios, que no solo sea la juventud ese divino tesoro del que todos hablan. Evidentemente, hay que saber coger las flores antes de que la primavera pase, y columpiar de vez en cuando en las pupilas al niño o la niña que fuimos, pero sin olvidar que el color del otoño no sería tan fascinante sin las hojas suicidantes que el tiempo deja.

Todos envejecemos desde que empezamos a vivir. Que lo que venga después suponga que haya vida después de la vida o que, por el contrario, lo que nos llevemos a nuestra última hora sean amagos de muerte constantes, solo depende de nosotros, del respeto y la importancia que nos demos. Y sí, el ‘síndrome de Peter Pan’ es solo un invento de la comestiquería.

Ninguna teoría sobre la vida puede tener más relevancia, ni tanta, como la vida misma. Podemos cambiar lo que dijo Einstein, podemos hacer que sea más fácil desintegrar un prejuicio que un átomo.

 

16 centímetros

Hay noches en las que la humedad y el frío dan licencia a las fantasías, noches en las que los dedos se lanzan como locos a gotas delirantes que veo caer del cielo en el balcón, a estímulos flagrantes: placeres de alto riesgo. Y es cierto eso que noto…son mis cinco consentidos, que están a flor de labios.
Entro en casa y todo huele a canela, los inciensos hacen efecto… y sube la libido, agarro el teléfono y llamo a un viejo amigo con el que las noches como esta acaban por la tarde del día siguiente. En veinte minutos estará en casa, él y sus maravillosos 16 centímetros.
Entonces abro la veda de mi imaginación y el armario donde guardo mis juguetes, el aceite de menta comestible y un conjunto súper sexy que compré hace unos días en ‘JuguetEarte’ un sexshop nuevo de la calle Alameda.
Ya estoy lista: tacones, ropa interior y mi abrigo de invierno favorito, rímel y un poco de gloss. Me miro al espejo, me guiño un ojo y…
¡Ding don!-¿Quién es?— Pregunto como si no esperase a nadie.
-El electricista, querida, me han dicho que saltan chispas por acá—responde Jota con un tono entre pícaro y perverso. -Sí, suba, la cosa está a punto de arder aquí arriba—respondo maliciosa.
Jota es ese tipo de hombres de sonrisa seductora y aroma afrodisíaco que antes de tener el corazón rebosante de amor, prefiere tener el teléfono lleno de mensajes de admiradoras. Pero no es para menos, se ‘desboca’ con las mujeres como pocos.

Treinta y siete escalones más tarde, llega a casa, le hago pasar y dejo la botella de vino, que trae, sobre la mesa del hall.Le empujo contra la pared, le beso frenéticamente, él me quita la chaqueta, yo le quito su camisa…le arranco el cinto, le desabrocho el pantalón. Y la pasión crece, se dilata, sube…
Después de varios minutos poniéndonos a mil con besos y caricias, me aparto de él, le ordeno que no se mueva.
Me voy a mi habitación y me pongo un uniforme de enfermera. Salgo con el frasquito de aceite, la cofia, el liguero de encaje y el vestidito blanco. Me pongo un poquito de aceite en la punta del dedo índice, lo paso por su pecho y lo chupo despacito.

-¿Alguien necesita un masaje?— pregunto impetuosa
-Podría correrme ahora mismo sólo con mirarte, pero antes quiero lamerte, saborearte, ver como se mezclan agua y aceite en tu cuerpo, probarte toda— Espeta ferviente

Me coge en brazos y me pone sobre la alfombra del salón.
Me abre el vestido, me lo arranca, me quedo en tacones y ropa interior. Se frota las manos con el aceite, derrama un poco en mi ombligo…empieza a acariciarme con la lengua, me quita el sujetador, me lame mis pezones erectos y excitados…baja a los muslos, desliza sus dedos dentro de mí. Jadeos, gemidos… su cálido aliento se acomoda sobre mis braguitas húmedas.
Y el aire, que ya olía a canela, ahora también sabe a menta, está borracho de sexo.

Su polla se va poniendo cada vez más dura y mi coño está cada vez más excitado. Le quito los slips, desata los lacitos de mis bragas. Nos quedamos completamente desnudos, lo hacemos en el suelo, en el sofá; me lleva a la cocina, al balcón, a la cama…me lleva al cielo, al paraíso.
Sonríe, sonreímos
– Y esto solo es el principio de la noche—me susurra al oído.
Entonces me pongo encima, cojo las riendas y cabalgo sobre él, le aprieto contra mí…me voy y ya van tres. Salgo de su cuerpo, bajo a su entrepierna, cojo el aceite y entre mordiscos y besos, llego a su polla y me la meto en la boca (…)

Instinto básico

Es bueno saber que además de bestias y que además de seres racionales, somos animales, esto es, que sobrevivimos también protegiendo a nuestra manada y no solo a nosotros mismos, sabemos enseñar los dientes, ponernos en posición de defensa e intuir nuestro porvenir para proyectar sobre él ideas que mejoren nuestro hábitat y nuestros hábitos, que cuiden de los nuestros y que su futuro sea inherente a nuestro presente: nidos más grandes, caminos más cortos, saltos más altos, flores de plástico y algunos han cambiado incluso las guerras de balas por las de bolas de agua, de nieve, de pintura y de barro.

 El eterno afán de superación del hombre se ha constituido en base a su curiosidad por el pasado remoto, desde la primera semilla que germinó, pasando por el fascinante mundo de los dinosaurios hasta llegar, en menor medida, por cierto, a lo que se ha convertido. Saber cómo supervivían los primeros homínidos sin zapatos, qué les llevó a descubrir el fuego, de qué manera se generó la idea de la rueda, etc., solo nos conduce a un común denominador: la necesidad de sobrevivir. Pero además, alcanzamos así otra respuesta tan evidente que por momentos la obviamos en nuestras conductas, la de que un hombre solo, es hombre muerto. Y es aquí donde aparecen la Naturaleza y por ende el instinto, donde se establecen lazos de comunicación que nada tienen que ver con esa inteligencia de la que tanto hacemos gala … Cuando se trata de salvar la vida y el barco está a punto de hundirse, da igual quien tiene el rugido más fuerte o la trompa más grande, dan igual los títulos, las clases, los colores y el tamaño de la billetera -créanme, el tamaño no importa ;)-, por suerte, nos volvemos solidarios, miramos a los lados y caemos en la cuenta de que todos estamos hechos de lo mismo y tenemos que ‘hacer el bien sin mirar a quien’ para que la raza no se extinga, para no caer en banca rota ni ahogarnos en una crisis, quebrar o morir de hambre…o lo que es peor…morir de hombres. Exacto, nos percatamos de que el poder tiene que ser horizontal y su ejercicio tan coherente como pacífico para que el dicotómico concepto de ‘bienestar-social’ funcione y lo haga de la manera más perfecta posible. Entonces los codos empiezan a unirse y la balsa a equilibrarse, las palabras pasan a un segundo plano y sin embargo las piezas encajan como nunca lo habían hecho; nos volvemos visionarios, de pronto desarrollamos una percepción extraordinaria que, como los perros o los gatos, hace que percibamos tragedias antes de que sean inevitables. Y No hablo de tsunamis ni de terremotos, hablo de genocidios y de estupideces del sapiens.

 En efecto, nuestro estatus de ‘sociedad’ lo adquirimos a través de mecanismos originalmente animales. Por esto, las revoluciones, todas, son el resultado de ese animalismo que nos lleva constantemente de un lado para el otro en busca ‘del valle encantado’ pero hace que a ratitos caigamos, tanto desde el frente de los revolucionarios como del de los conformistas o conservadores, en situaciones bárbaras y que bien podrían compararse a acciones del paleolítico.

 Por eso es buena nuestra licantropía, porque a pesar de los garrotes a los que muchos se aferran para dominar el mundo, las garras siguen ganando y no solo porque sean mayoría.

Con-jugar al verbo amar no es suficiente

Puede que el viaje del yo a la dualidad resulte más complejo de lo que a priori parece, sin embargo, es tan apasionante que merece la pena y la alegría embarcarse en él al punto de perderse tantas veces como haga falta. Conjugar a menudo cualquier travesura en primera persona del plural demuestra que ser libre no es para nada incompatible con lo que implica un ‘nosotros’. En este nosotros se descubren paraísos donde las manzanas ya han sido mordidas y las serpientes se han convertido en lagartos que ni muerden, ni mueren, ni matan(….)
Es verdad que la mayoría de los días no salen como nos contaron en los cuentos de princesas y dragones en los que un beso lo resolvía todo, y también, que las tardes suelen transcurrir sin caballos a galope con príncipes sobre su lomo y que, cuando da la media noche, casi nunca pasa nada extraordinario, pero el amor también es eso, es un dos en uno (como mínimo) lleno de una calma fascinante , como un cajón de sastre que tiene de todo para todos los gustos, que se adapta, que genera y destruye, pero que nunca prohíbe, y que es ‘cada vez más’ unos ratos y otras veces un ‘no tanto’. Vamos a sufrirlo con el mismo placer con el que lo disfrutamos, volvamos otra vez a donde las flores nos decían si ‘sí’ o si ‘no’. El desafío estará en buscar el equilibrio a través de la contradicción. Viajar extremando precauciones, pero asumiendo todo los riesgos posibles de ese Tú+Yo que sin duda va a devenir en un Nosotros maestro.
Eso sí, no hay que aprenderse ni un paso de memoria, hay que comprenderlo, aprehenderlo y empaparnos hasta el último segundo de esas ganas de querer, de abrazar apretadito, de besar intensamente.
No lo conjugues con prisa como cuando se lo decías a la ‘seño’ antes del recreo, créetelo como lo hacías en esa media horita que venía después entre guiños, cartas y bocatas de ‘Nocilla’. Si tú te atreves, yo te atrevo. Adelante
Yo amo

   Tú amas (si crees que no, inténtalo, si pierdes, seguirás como hasta ahora, si ganas, te volverás inmortal)
   Él ama
   Ella ama
   Nosotros amamos y algunos nos amamos
   Vosotros amáis (y también conozco a varios de vosotros que os amáis, salud por eso)
   Ustedes aman (ídem, muchos de ustedes también se aman, chin chin)
   Ellos se aman
 
¿Alguien da más?